Nacionales

Larrañaga: ¿La educación no está en crisis?

Editorial. Escribe el líder nacionalista y senador de la República.

02/Oct
2015

“La educación no está en crisis”

Esta aseveración corresponde a la Ministra de Educación y Cultura y fue expresada durante el llamado a sala que desde el Senado le realizáramos el pasado martes 29 de setiembre.

Es una afirmación que resulta temeraria, chocante y ofensiva, porque niega una realidad evidente que afecta, sobre todo, a los que menos tienen.

¿No está en crisis la educación pública uruguaya cuando 1 de cada 4 jóvenes en edad de concurrir al liceo no lo hace?

¿No está en crisis nuestra educación cuando la mitad de nuestros liceales de 15 años está por debajo del umbral de competencias básicas, no es capaz de entender lo que lee y no tiene nivel aceptable en matemáticas?

¿No está en crisis una educación que tiene los índices de repetición más altos de la región?

¿No está en crisis la educación cuando los niveles de aprendizaje son cada vez peores según se desprende de las pruebas internacionales TERCE (Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo), que revela que nuestros escolares de 6º grado bajaron la calificación en lectura, matemática y ciencias?

¿No está en crisis una educación donde según las cifras oficiales hay 1500 niños que van menos de 70 días a clases en el año?

¿No estamos en crisis?

Como se lo dijimos ese día a la Ministra: Pensar y decir que no estamos en crisis es un enorme error. Monumental error. Que desconoce la realidad y peor aún, constituye una confesión implícita: no habrá cambios reales en la educación tal y cual como se prometió. “Cambiar el ADN de la educación no pasará de otro eslogan de campaña -como el 6% del PBI que tampoco se cumplirá-.

Durante las 9 horas que duró la sesión del Senado la Ministra no pudo demostrar que haya un cambio de rumbo en la educación. El “ADN” nuevo  es una clonación del viejo ADN, un maquillaje sin sustancia que no revertirá ninguno de los problemas que tiene el sistema.

La Ministra de Educación y los integrantes del Codicen no tienen la jerarquía, planes ni autoridad para conducir la educación pública nacional.

La realidad que el gobierno no quiere ver ni cambiar es la que ven los padres día a día. La mayor evidencia de que la educación pública es una máquina de exclusión es que los padres que pueden pagar la educación privada, lo hacen. Porque allí tienen garantizado cierto nivel de aprendizaje, y desde luego, que haya clases. Algo que la pública ni siquiera asegura.

Véase que mientras el martes 29, desde Nueva York, el Presidente Vázquez exhortaba a los padres a enviar a sus hijos a las escuelas y liceos los días de paro, asegurando que los centros iban a estar abiertos, la propia Directora de Primaria, al día siguiente, afirmaba que no se podía garantizar que las escuelas estén abiertas los días de paro. ¡De Ripley!

Hoy la educación pública es una opción residual. Nadie manda sus hijos a la pública si puede pagar la privada. Eso entraña una enorme injusticia social.

Más aún, hay una diferencia de resultados entre lo público y lo privado que hace que haya un fenómeno de privatización de las oportunidades. Los que van a lo privado tendrán mejores oportunidades y los de la pública, a remarla contra la corriente. Esto es inaceptable para nuestra sociedad.

El filósofo español Fernando Savater dice que la educación es la antifatalidad por excelencia, lo que hace que el hijo del pobre deje de ser pobre, lo que libera verdaderamente. Eso no ocurre aquí. Aquí, como estamos, desde el origen estamos determinando el destino. Y repito, es la mayor injusticia social que podemos cometer.

Nos preocupa que el gobierno se permita rendirse ante el conformismo y ante los corporativismos.

Los vimos en estos días, donde el Codicen ha permanecido ausente. No se lo escuchó cuando se declaró la huelga, cuando se decretó la esencialidad, cuando el desalojo de sus oficinas. Permaneció callado, sus consejeros permanecieron “desaparecidos en inacción”.

El día de la sesión se nos dijo de parte de la ministra que “había un equipo” conformado por el MEC y ANEP. Sin embargo, ese equipo tiene visiones diferentes y hasta dos presupuestos. Dos presupuestos bien distintos.

Las desavenencias entre el MEC y ANEP son cada vez más evidentes. No hay un equipo, hay por lo menos dos.

A nivel presupuestal Anep envió al Parlamento un presupuesto donde pide, para el bienio 2016-2017, 400 millones de dólares más de lo que ofrece el Poder Ejecutivo. Con las mismas metas que el gobierno, por lo cual o Anep pide de más o el gobierno da de menos.

Lo peor de esto, es que sabemos quiénes serán las víctimas, los alumnos y sus padres. Porque  se promete lo que no se va a cumplir. 

La perla de las inconsistencias presupuestales, es que ANEP apuesta a un plan de obras aspiracional y voluntarista. El 38% de la obras serían financiadas por el procedimiento de la Participación Pública Privada. 165 obras  con un costo de unos 376 millones de dólares, jugadas a un instrumento que lamentablemente hasta ahora, no ha dado los resultados esperados. No hay seriedad en ese planteo.

Todo esto revela que la educación en nuestro país es un barco a la deriva ante la falta de conducción del Ejecutivo y las demandas, paros y exigencias de los sindicatos.

Se percibe que en el gobierno hay desorientación y desorden. Desorientación porque no hay rumbo. Y desorden porque no hay claridad ni autoridad. A cada orden, viene una -o más-, contraorden. Lo más sintomático fue la declaración de esencialidad donde se impusieron, una vez más, los grupos corporativos. Les doblaron el brazo al Presidente y a la Ministra.

Con ello, sin cambios en la educación, sin mejoras sustanciales, lo que se le está haciendo a los padres y los alumnos que confían en la educación pública, que pretenden que la escuela o el liceo le brinde herramientas para desarrollarse en la vida, es una estafa.

Se está birlando el futuro de miles de uruguayos.

Muchos escribas y opinólogos preguntan en dónde está la oposición; si se tomaran el trabajo de leer la versión taquigráfica de la presencia de la Ministra y el Codicen en el Senado de la República, se darían cuenta que ejercimos la denuncia y evidenciamos las contradicciones y  la ausencia de planes por parte de las autoridades educativas.

Estamos ante un panorama patético de fragilización de la educación, que no hace más que resaltar la pérdida de valores que en todos los órdenes se está viendo en la sociedad uruguaya.

Lo del título, afirmado por la  Dra. Muñoz, es patético, soberbio y cruel con el destino del único instrumento que puede dar libertad a nuestra juventud.

 

Foto: Archivo

MP

 

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