El Pontífice ha fallecido un día después de su última aparición en público coincidiendo con el Domingo de Resurrección en el que se asomó al balcón principal de la basílica de San Pedro para impartir la bendición 'Urbi et Orbi'.
"Hermanos y hermanas, buena Pascua", dijo el Papa a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro desde su silla de ruedas. Francisco se encontraba convaleciente recuperándose de la neumonía que le mantuvo en el hospital Gemelli de Roma durante más de un mes.
El Pontífice había recibido el alta médica el 23 de marzo y desde entonces había aparecido en público en varias ocasiones. Precisamente este domingo también había recibido en un breve encuentro al vicepresidente estadounidense, JD Vance, en su residencia de Santa Marta, donde continuaba su recuperación.
El primer Papa americano, el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio (1936-2025), fue una figura destacada de todo el continente y un pastor sencillo y muy querido en su diócesis, que ha visitado a lo ancho y a lo largo, incluso trasladándose en medios de transporte público, en los quince años de ministerio episcopal.
«Mi gente es pobre y yo soy uno de ellos», decía para explicar la opción de vivir en un apartamento y de prepararse la cena él mismo. A sus sacerdotes siempre les ha recomendado misericordia, valentía apostólica y puertas abiertas a todos. Lo peor que puede suceder en la Iglesia, explicó en algunas circunstancias, «es aquello que De Lubac llama mundanidad espiritual», que significa «ponerse a sí mismo en el centro». Y cuando cita la justicia social, invita en primer lugar a volver a tomar el catecismo, a redescubrir los diez mandamientos y las bienaventuranzas. Su proyecto es sencillo: si se sigue a Cristo, se comprende que «pisotear la dignidad de una persona es pecado grave».
Su biografía oficial era de pocas líneas, al menos hasta el nombramiento como arzobispo de Buenos Aires. Llegó a ser un punto de referencia por sus fuertes tomas de posición durante la dramática crisis económica que devastó el país en 2001.
En la capital argentina nació el 17 de diciembre de 1936, hijo de emigrantes piamonteses: su padre, Mario, era contador, empleado en ferrocarril, mientras que su madre, Regina Sivori, se ocupaba de la casa y de la educación de los cinco hijos.
Se diplomó como técnico químico, y eligió luego el camino del sacerdocio entrando en el seminario diocesano de Villa Devoto. El 11 de marzo de 1958 pasó al noviciado de la Compañía de Jesús. Completó los estudios de humanidades en Chile y en 1963, al regresar a Argentina, se licenció en filosofía en el Colegio San José, de San Miguel. Entre 1964 y 1965 fue profesor de literatura y psicología en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe y en 1966 enseñó las mismas materias en el Colegio del Salvador en Buenos Aires. De 1967 a 1970 estudió teología en el Colegio San José, y obtuvo la licenciatura.
El 13 de diciembre de 1969 recibió la ordenación sacerdotal de manos del arzobispo Ramón José Castellano. Prosiguió la preparación en la Compañía de 1970 a 1971 en Alcalá de Henares (España), y el 22 de abril de 1973 emitió la profesión perpetua. De nuevo en Argentina, fue maestro de novicios en Villa Barilari en San Miguel, profesor en la facultad de teología, consultor de la provincia de la Compañía de Jesús y también rector del Colegio.
El 31 de julio de 1973 fue elegido provincial de los jesuitas de Argentina, tarea que desempeñó durante seis años. Después reanudó el trabajo en el campo universitario y entre 1980 y 1986 es de nuevo rector del colegio de San José, además de párroco en San Miguel. En marzo de 1986 se traslada a Alemania para ultimar la tesis doctoral; posteriormente los superiores le envían al colegio del Salvador en Buenos Aires y después a la iglesia de la Compañía de la ciudad de Córdoba, como director espiritual y confesor.
Es el cardenal Antonio Quarracino quien le llama como su estrecho colaborador en Buenos Aires. Así, el 20 de mayo de 1992 Juan Pablo II le nombra obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio recibe en la catedral la ordenación episcopal de manos del purpurado. Como lema elige Miserando atque eligendo y en el escudo incluye el cristograma ihs, símbolo de la Compañía de Jesús.
Concede su primera entrevista como obispo a un pequeño periódico parroquial, «Estrellita de Belén». Es nombrado enseguida vicario episcopal de la zona de Flores y el 21 de diciembre de 1993 se le encomienda también la tarea de vicario general de la arquidiócesis. Por lo tanto no sorprendió que el 3 de junio de 1997 fuera promovido como arzobispo coadjutor de Buenos Aires. Antes de nueve meses, a la muerte del cardenal Quarracino, le sucede, el 28 de febrero de 1998, como arzobispo, primado de Argentina. El 6 de noviembre sucesivo fue nombrado Ordinario para los fieles de rito oriental residentes en el país y desprovistos de Ordinario del propio rito.
Tres años después, en el Consistorio del 21 de febrero de 2001, Juan Pablo II le crea cardenal, asignándole el título de san Roberto Bellarmino. En esa ocasión, invita a los fieles a no acudir a Roma para celebrar la púrpura y a destinar a los pobres el importe del viaje. Gran canciller de la Universidad Católica Argentina, es autor de los libros Meditaciones para religiosos (1982), Reflexiones sobre la vida apostólica (1986) y Reflexiones de esperanza (1992).
En octubre de 2001 es nombrado relator general adjunto para la décima asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos, dedicada al ministerio episcopal, encargo recibido en el último momento en sustitución del cardenal Edward Michael Egan, arzobispo de Nueva York, de presencia necesaria en su país a causa de los ataques terroristas del 11 de septiembre. En el Sínodo subraya en particular la «misión profética del obispo», su «ser profeta de justicia», su deber de «predicar incesantemente» la doctrina social de la Iglesia, pero también de «expresar un juicio auténtico en materia de fe y de moral».
Mientras, en América Latina su figura se hace cada vez más popular. A pesar de ello, no pierde la sobriedad de trato y el estilo de vida riguroso, por alguno definido casi «ascético». Con este espíritu en 2002 declina el nombramiento como presidente de la Conferencia episcopal argentina, pero tres años después es elegido y más tarde reconfirmado por otro trienio en 2008. Entre tanto, en abril de 2005, participa en el cónclave en el que es elegido Benedicto XVI.
Como arzobispo de Buenos Aires —diócesis de más de tres millones de habitantes— piensa en un proyecto misionero centrado en la comunión y en la evangelización. Cuatro los objetivos principales: comunidades abiertas y fraternas; protagonismo de un laicado consciente; evangelización dirigida a cada habitante de la ciudad; asistencia a los pobres y a los enfermos. Apunta a reevangelizar Buenos Aires «teniendo en cuenta a quien allí vive, cómo está hecha, su historia». Invita a sacerdotes y laicos a trabajar juntos. En septiembre de 2009 lanza a nivel nacional la campaña de solidaridad por el bicentenario de la independencia del país: doscientas obras de caridad para llevar a cabo hasta 2016. Y, en clave continental, alimenta fuertes esperanzas en la estela del mensaje de la Conferencia de Aparecida de 2007, que define «la Evangelii nuntiandi de América Latina».
Hasta el inicio de la sede vacante era miembro de las Congregaciones para el culto divino y la disciplina de los sacramentos,para el clero, para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica; del Consejo pontificio para la familia y de la Comisión pontificia para América Latina.
El camarlengo de la Santa Iglesia Romana, el cardenal Kevin Joseph Farrell, será el encargado de tomar el mando del Vaticano desde este lunes 21 de abril, tras el fallecimiento del Papa Francisco. Sus funciones comenzarán esta tarde, a las 20:00 horas, con el rito de certificación de la muerte y la colocación del cuerpo del Papa Francisco en el ataúd, según lo previsto por el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis.
En el rito participarán el decano del Colegio Cardenalicio, los familiares del Pontífice, y el director y subdirector de la Dirección de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano. Después del mismo, Francisco será depositado en el ataúd con una túnica blanca, según informa el portal oficial del Vaticano 'Vatican News'.
El Papa Francisco simplificó el pasado mes de noviembre el ritual de los funerales pontificios eliminando, entre otras, la tradición de los tres ataúdes, el catafalco, el báculo papal o los tratamientos más allá de obispo y Papa.
Así se refleja en la segunda edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis. Entre las novedades se indica que la constatación de la muerte se realizará en su capilla privada, en lugar de en la habitación donde falleció e inmediatamente el cuerpo se depositará en el único ataúd de madera con el interior de zinc, antes de ser trasladado directamente a la basílica.
Según ha informado el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, el traslado del cuerpo del Papa a la basílica de San Pedro para el homenaje de todos los fieles podría tener lugar el próximo miércoles 23 de abril.
Una vez en la basílica vaticana, se expondrá directamente en el féretro abierto para la veneración de los fieles, pero no en un catafalco --el armazón recubierto de vestiduras que se coloca en la Iglesia para unas exequias solemnes-- como había sido hasta ahora y tampoco se colocará el báculo papal junto al féretro.
Por último, en cuanto al traslado del féretro al sepulcro y el entierro, se elimina la tradición de enterrar a los Papas en tres ataúdes: uno de ciprés, un segundo de plomo y un tercero de roble. Además, siguiendo el modelo de los funerales de obispos, durante las ceremonias religiosas se usarán títulos más sencillos, eliminando la alusión 'Romano Pontífice'.
Por deseo propio, Francisco no será enterrado en la Basílica de San Pedro como muchos de sus predecesores, sino en Santa María la Mayor de Roma. Durante su vida eligió como tumba una habitación lateral de la Basílica de Santa María, en la que, según contó Francisco en una entrevista, anteriormente se habían guardado candeleros. Bergoglio estaba muy apegado a Santa María la Mayor y visitó más de 100 veces el icono mariano 'Salus Populi Romani' conservado allí, según 'Vatican News'.
EL SECRETARIO DE ESTADO Y PREFECTOS CESAN EN SUS CARGOS
A la muerte del Pontífice, todos los jefes de los dicasterios de la Curia Romana, tanto el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, como los cardenales prefectos y los presidentes arzobispos, así como los miembros de los mismos dicasterios, cesan en el ejercicio de sus cargos, excepto el camarlengo y el penitenciario mayor, que siguen ocupándose de los asuntos ordinarios, sometiendo al Colegio de los Cardenales todo lo que debiera ser referido al Pontífice.
Francisco eliminó la llamada 'Cámara Apostólica' un colegio de eclesiásticos que asistía al cardenal camarlengo durante la gestión de la Sede Vacante.
En cuanto a las funciones del camarlengo, tal y como dicta la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis promulgada por Juan Pablo II, y actualizada según las modificaciones introducidas por Benedicto XVI, "apenas recibida la noticia de la muerte del Pontífice, el Camarlengo de la Santa Iglesia Romana debe comprobar oficialmente la muerte del Pontífice en presencia del Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, de los Prelados Clérigos y del Secretario y Canciller de la Cámara Apostólica, el cual deberá extender el documento o acta auténtica de muerte".
El Camarlengo debe además sellar el estudio y la habitación del Pontífice, disponiendo que el personal que vive habitualmente en el apartamento privado pueda seguir en él hasta después de la sepultura del Papa, momento en que todo el apartamento pontificio será sellado.
Entre otras funciones, también deberá tomar posesión del Palacio Apostólico Vaticano, y personalmente o por medio de un delegado suyo, de los Palacios de Letrán y de Castel Gandolfo, ejerciendo su custodia y gobierno; establecer todo lo que concierne a la sepultura del Pontífice; y cuidar, con el consentimiento del Colegio de los Cardenales, "todo lo que las circunstancias aconsejen para la defensa de los derechos de la Sede Apostólica y para una recta administración de la misma".
Igualmente, es competencia del camarlengo, durante la sede vacante, cuidar y administrar los bienes y los derechos temporales de la Santa Sede, con la ayuda de los tres cardenales asistentes, "previo el voto del Colegio de los Cardenales, una vez para las cuestiones menos importantes, y cada vez para aquéllas más graves".
Además, el documento precisa que durante la sede vacante, el Colegio de Cardenales administrará solo los asuntos ordinarios y urgentes, sin poder modificar leyes papales ni tomar decisiones reservadas al Papa.
"Mientras está vacante la Sede Apostólica, el Colegio de los Cardenales no tiene ninguna potestad o jurisdicción sobre las cuestiones que corresponden al Sumo Pontífice en vida o en el ejercicio de las funciones de su misión; todas estas cuestiones deben quedar reservadas exclusivamente al futuro Pontífice", se lee en la constitución apostólica.
Además, añade que "el gobierno de la Iglesia queda confiado al Colegio de los Cardenales solamente para el despacho de los asuntos ordinarios o de los inaplazables y para la preparación de todo lo necesario para la elección del nuevo Pontífice".
Tras la muerte del Papa, el decano del Colegio Cardenalicio convoca a todos los cardenales de la Iglesia universal a Roma para asistir a los funerales del Papa y discutir el perfil de su sucesor.
Entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa, se celebrará el Cónclave en el que participarán todos los cardenales menores de 80 años. Antes de este momento, los cardenales se reunirán en Roma para discutir los detalles de los próximos días y semanas.
El proceso de elección se realizará en la Capilla Sixtina, bajo estrictas medidas de secreto y aislamiento. Se prohíben todas las formas de comunicación externa y el uso de dispositivos de grabación, bajo pena de excomunión.
Para ser elegido, un candidato debe obtener al menos dos tercios de los votos. La votación es secreta, por medio de papeletas, y se realiza hasta dos veces por la mañana y dos por la tarde cada día, hasta que un candidato alcance la mayoría requerida.
Si un candidato logra una mayoría de dos tercios en el cónclave, se le pregunta si acepta la elección y qué nombre elige para sí mismo. Con su "sí", será Papa. Mientras, el humo blanco se elevará desde la chimenea y anunciará la elección del nuevo Pontífice.
El nuevo Obispo de Roma se pondrá una de las tres vestimentas papales y, posteriormente, junto a los cardenales, se trasladará a la logia central de la Basílica de San Pedro, a unos 200 metros de distancia. El cardenal de mayor rango en el orden de los cardenales diáconos (cardenal protodiácono), el francés Dominique Mamberti, anunciará el nombre del nuevo Papa con una fórmula solemne en latín. La sede vacante concluirá con la elección del nuevo Pontífice.
FRACNISCO ANTIVCIPÓ SU VOLUNTAD DE TENER UN FUNERAL SENCILLO
Francisco tendrá un funeral más sencillo: sin tres ataúdes, ni catafalco ni alusiones a 'Romano Pontífice'
El Sumo Pontífice simplificó el pasado mes de noviembre el ritual de los funerales pontificios eliminando, entre otras, la tradición de los tres ataúdes, el catafalco, el báculo papal o los tratamientos más allá de obispo y Papa.
Así se refleja en la segunda edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el libro litúrgico que guía el funeral del Papa y que fue editado y publicado por la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. Francisco, que recibió el primer ejemplar del volumen impreso el 4 de noviembre de 2024, aprobó su publicación el 29 de abril de 2024.
Tal y como subrayó el pasado mes de noviembre el maestro de las Celebraciones Litúrgicas de los Pontífices, el arzobispo Diego Ravelli, se hizo necesaria una segunda edición "porque el Papa Francisco pidió simplificar y adaptar algunos ritos para que la celebración de las exequias del Obispo de Roma expresara mejor la fe de la Iglesia en Cristo resucitado".
En concreto, el deseo de Bergoglio era que el nuevo rito subrayara "aún más que el funeral del Romano Pontífice es el de un pastor y discípulo de Cristo y no el de un poderoso hombre de este mundo".
Una de las principales novedades es la introducción de las indicaciones necesarias para una posible inhumación en un lugar distinto de la basílica vaticana, como ya adelantó Francisco, que quiere ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor de Roma.
Se mantienen las llamadas tres estaciones que preceden al ritual de exequias, es decir, los pasos que deben darse tras la muerte de un Pontífice, aunque en la primera estación se indica que la constatación de la muerte se realizará en su capilla privada, en lugar de en la habitación donde falleció e inmediatamente el cuerpo se depositará en el único ataúd de madera con el interior de zinc, antes de ser trasladado directamente a la basílica.
Anteriormente, el cuerpo del Papa se trasladaba a la capilla del Palacio Apostólico, ya que allí residía el pontífice, pero Francisco vive en la residencia de la Casa Santa Marta, por lo que se eliminó este paso.
También se precisaron algunos pasajes de la llamada segunda estación: puesto que la deposición en el féretro ya ha tenido lugar tras la constatación de la muerte, el féretro se cierra la víspera de la misa exequial.
En la basílica vaticana, el cuerpo del Papa difunto se expondrá directamente en el féretro abierto para la veneración de los fieles, pero no en un catafalco --el armazón recubierto de vestiduras que se coloca en la Iglesia para unas exequias solemnes-- como había sido hasta ahora y tampoco se colocará el báculo papal junto al féretro durante esta exposición.
Por último, en la tercera estación, que incluía el traslado del féretro al sepulcro y el entierro, se elimina la tradición de enterrar a los Papas en tres ataúdes: uno de ciprés, un segundo de plomo y un tercero de roble.
Además, siguiendo el modelo de los funerales de obispos, durante las ceremonias religiosas se usarán títulos más sencillos, eliminando la alusión 'Romano Pontífice'.
A pesar de que se mantiene la figura del camarlengo, la persona que se ocupa de varias cuestiones en ausencia del Papa, Francisco ha eliminado la llamada 'Cámara Apostólica' un colegio de eclesiásticos que asistía al cardenal camarlengo durante la gestión de la Sede Vacante.
Datos: EP vía DPA - Foto Crédito: Stefano Spaziani - Europa Press
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